…son muy bonitos, sobre todo cuando la primera- o la última luz del día les roza. Con pleamar el agua sube hasta las rocas, no queda nada de playa. La diferencia máxima entre pleamar y bajamar en esta zona es de 10 metros, entonces con bajamar la playa es inmensa (hasta más que un kilómetro de ancho) y invita dar un buen paseo. Pero cuidado, es muy fácil equivocarse y quedar atrapado cuando el agua se sube. Además, el pie de los acantilados no es un lugar para estar. Derrumban muy a menudo. Se ve, es lo que los numerosos cárteles avisan y lo que me cuenta la gente.
Pocas veces hay refugio en forma de un pueblecito en que tienen una rampa. Las rampas no se ve en Google Earth ni en el GPS. Por esto siempre cuento el tiempo y la distancia que pasa, después de pasar por una posible salida. Aunque en un emergencia apenas se podría volver al último lugar seguro, por que ir en contra de la corriente es casi imposible.
Aquí estoy esperando dos días hasta el viento se calma. Es un puerto pequeño. Distinto que en España, aquí lo que llamamos un “Puerto Deportivo” se admiten deportistas. Hace pocas horas que hubo otra tormenta, no previsto en las predicciones. El suelo es de hormigón y en este material las piquetas no entran bien, entonces he buscado todo lo que tiene peso para más o menos fijar la tienda y así evitar que se convierte en una cometa graciosa.
Estos momentos aprovecho para secar las ropas, cargar pilas desde la batería externa que llevo, comiendo continuamente, charlar con personas amables y sobre todo: dormir. Es impresionante como duermo durante viajes como este, a veces hasta 12 horas, para poco después de despertar dormir dos horitas más! Pero en días habituales (en los que las condiciones son favorables para navegar) es el contrario. Mañana por la mañana por ejemplo sonará el despertador a las 04:00 para no perder la marea. Viajar en kayak por Normandía es especial, empiezo gustármelo😁