Calabardina (Murcia) – Oropesa (Castellón)

Asunto: un relato de una travesía en autonomía por la costa española
mes: julio 2018
días de navegación sin interrupción: 9
distancia cubierta: 380 km (planeada: 535 km)
distancia diaria media: 42 km
participantes: Paul y Jasper
modo de viajar: autonomía total

Primero: siento los numerosos errores lingüisticos en este relato; mi hija, que también es mi profesora y sobre todo correctora, está ocupada con otros temas. Es el motivo que muchas veces no publico nada. He decidido que prefiero meter errores y así seguir ajuntando artículos, entonces en este caso es la cantidad sobre la calidad, jeje.  Aunque tengo el Inglés y el Holandés más fácil, prefiero intentar escribir en el idioma del país en que vivo.

Cada vez realizo otro tramo de la costa preciosa española con el objetivo de cumplir la península Ibérica entera. Y me encanta, España resulta ser un país realmente precioso con sus costas variadas y sorprendentes. Muy versátil. Seguro. Le llamaría un paraiso para nosotros kayakistas.

Los desplazamientos sobre la tierra no siempre son fáciles. Aunque me levanté a las 02:30 de la madrugada, no llegamos antes de las 21:00 al agua en Calabardina. Entonces la primera etapa nos tocó navegar en la oscuridad. Llevaba una literna potente que a veces usaba para investigar la costa, en búsqueda de alguna cala entre los acantilados. Estas primeras horas de una aventura nueva siempre me dan un montón de alegría!

La última luz del día: nos faltan unas horitas

La mañana siguiente vimos que habíamos tenido suerte por la noche; encontramos un lugar muy bueno para pasar la noche. Sorprendentamente, no he tenido uno, ni dos, sino tres saltamontes gigantescos dentro de mini mosquitero con que duermo. Supongo que había un nido de ellos justo en el sitio en que me acosté. Los primeros amigos del viaje, digamos

El paisaje y las sombras de las montañas murcianas nos estaban invitando para seguir.

El equipo Peak UK y el paisaje invitándonos

Os presento mi compañero fiel con el primer café de la travesía, el caballero Sir Paul:

¡Qué vivan los hornillos!

Los días siguientes podíamos contar con mares tranquilos, temperaturas altísimas, acantilados curiosos y a veces grupos de kayaks autovaciables de alquiler. No sabía que en esa zona gran parte de la costa todavía está tan virgen y salvaje, disfrutaba mucho.

Unos de los pocos días nublados
Después cada cabo, se está esperando otra aventura
¿A dónde ir? No es difícil decidir, ¿no?
Una escuela de kayakistas

Teníamos el tiempo limitado para llegar con tiempo a mi furgoneta aparcada en nuestro destino final  Oropesa y por esto el objetivo era hacer al menos 38 km al medio por día. Hacíamos cada día un poco más, para “ganar” un día de descanso en el caso que el tiempo se complicaría. En la realidad no ha sido necesario pauzar por motivos climatológicos.
Sin embargo, Paul sufría mucho del cansancio y de leccionas típicas kayakistas que desde luego pueden molestar mucho, como ampollas, dolores musculares, falta de fuerza y la lucha dura entre el culo y el asiento. Pero se ha defendido de modo valiente y no se rindió. A veces su cuerpecito simplemente se solidificó y le pidió una siesta inesperada justo en el acto:

Pero Paul…¿qué te pasa?
Siento decírtelo, ¡pero ni estamos en la mitad!

Teníamos un buen rollo durante toda la travesía y a ambos nos gusta viajar de modo “vagabundo”. Es decir, dormir en el sitio en que terminamos el día, cocinar, organizarnos y mantener las cosas necesarias. Libertad total.

Según ley, no está permitido acostarse en la playa. Sentarse durante toda la noche sí, pero no se puede cerrar los ojos. Entiendo que las autoridades necesitan una herramienta para mantener el orden público y tener a su dispocisión la posibilidad de referer a esta ley en el caso que haya gente que se comporten de manera molestosa. Nos acostamos justo antes de la oscuridad y nos levantamos tempranito. Por supuesto nunca dejamos ningún rastro de nuestra presencia. Al contrario, a menudo llevamos la basura presente ya. Hasta hoy en día, nadie nos ha dicho nada. Menos mal.

Cuando el sol se pone, los kayakistas se preparan para la noche

El Puerto de Alicante consiste de tres partes, entre ellas la salida de los buques grandes comerciales. Siempre hay que tener mucho ojo antes de cruzar la embocadura.

Pasamos justo cuando este bicho se arrancó

Después muchos kilómetros en costas tranquilas, de repente están ahí los rascacielos de Benidorm. Las “civilizaciones” tan densas no son muy atractivas para nosotros kayakistas en una misión; decidimos cruzar la bahía de cabo a cabo. En media ruta había un payaso en un barco de velocidad muy alta que le gustó intentar darnos el pánico, pero en el último momento cambió su rumbo.

Cruzamos la bahía (7 km) en línea recta

A menudo pasamos por algún parque natural, que siempre son espectaculares.

Un tramo bastante salvaje: ¡bonito!

Aquí no éramos capaces de localizar una playa, entonces pasamos la noche encima de las rocas. Ha sido justo al pie de un faro. El sito es bonito, el único inconveniente pequeño fue que por el motivo del suelo duro, no había la posibilidad de cerrar la mosquitera de modo estanco y entraron mosquitos. Me encanta llevar el kit lo más ligero posible, pero quizás debería volver a considerar llevar una mosquitera con el fondo integrado durante la próxima travesía.

¡Incluso en la roca se puede dormir cómodo!

Cocinar la comida. Ese día fue muy caloroso, sobre todo por la falta de aire. Pusimos nuestras lonas para crear un refugio. ¡Qué alivio!

El día más caloroso del verano

Así se ve nuestro campamento, yo durmiendo en la mano derecha. La mosquitera he comprado en la tienda outdoor española online de www.ferrehogar.es , como más artículos que llevo de ellos.

El arte es ser lo menos llamativo posible

El viaje se interrumpió de forma inesperada por un accidente torpe.
Paramos en la playa poblada de Gandía para comprar frutas antes de seguir. Habían un par de bañistas amables que cuidaban a nuestros artefactos flotantes mientras hicimos las compras. Vuelto, repartí una sandía entre ellos. Y metí la pata con el cuchillo. Casi me corté el dedo entero. Salió mucha sangre. Ocurrió a las 19:00 de la tarde y habíamos planeado seguir navegando al menos 10 kilómetros más con la esperanza de encontrar un sitio más tranquilo para pasar la noche. Menos mal  que encontré un médico en la playa que me trató el dedo. Me prohibió en absoluto tres cosas: no mojarlo, ni hacer esfuerzas y ni ensuciarlo. Son justo las actividades que se hace durante la navegación, ¿no? Fue duro, me costó un rato para admitir que no nos quedó más remedio que abortar el último tramo.

¿Pero cómo demonios solucionamos esta situación? Nuestros coches estaban lejísimos y los kayaks pesaban muchísimo. Y no tenía más que una mano usable. Rodeado con miles de jóvenes que celebraban la vida.

Con mucha vergüenza, llamé a mis buen amigos Beatriz y Julio de Almazora (Castellón) para preguntarles por echarnos un cable. Viven en una distancia de 150 de nuestra posición, pero no dudaron ni un segundo: “Os recogemos allí ahora mismo!” Vinieron con su coche totalmente nuevo y cargaron nuestros dos kayaks sucios encima, todo nuestro equipo mojado dentro. Llevamos los kayaks por media noche a Merche, otra amiga, que nos esperaba para amanecer los kayaks temporalmente en su jardín. Nos ofrecieron una habitación en su piso. El día siguiente nos transportaron a Oropesa, donde había aparcado mi furgoneta.
Estoy muy muy impresionado por lo que hicieron para nosotros. En la hora de verdad se sabrá quienes son las personas con que realmente se puede contar. Una vez más amigos, mil gracias!!! Fue un rescate real. Gracias a gente como vosotros el mundo es un lugar más bonito. Espero que venga algún día en que puedo volver el favor a vosotros o a otros.
También le doy las gracias a Paul, ha sido un viaje muy agradable.

Un par de semanas después el dedo estaba currado bastante bien. Solamente me faltan 690 kilómetros hasta la frontera francesa. No me escaparán!

Ya te echo de menos, señora costa Mediterranea

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